domingo, 3 de julio de 2022

 SALUD Y MENTIRAS


Siempre hemos brindado con la palabra salud en la boca, y más desde la pandemia.

Está claro que es una de las constantes vitales más necesaria para la ciudadanía. Por eso estamos alerta cuando oímos crujir de dolor al Sistema Público de Salud, bien sea español o vasco.

Privatizar la sanidad es sinónimo de lucro, y además un hecho recurrente de nuestros gobiernos, junto con discursos plagados de medias verdades y/o absolutas mentiras.                           

            

Hace daño escuchar que hay falta de recursos profesionales en la Atención Primaria, cuando esa planificación ha estado y está en sus manos.


Hace daño ver cómo la modificación que se hace de la Ley General de Sanidad se olvida derogar los convenios con la sanidad privada, que dicho sea de paso ¿dónde estaban en el peor momento de la pandemia?


Hace daño escuchar a los dirigentes banalizar sobre el futuro tecnológico sanitario cuando saben que para la población de cierta edad, estar presencialmente con los y las profesionales de la sanidad es vital porque actúan como sostén y freno de sus preocupaciones y miedos.


Hace daño ver cómo la política se ha convertido en nicho de personas sin ética ni escrúpulos que dirigen sus impulsos a sostener tan solo sus intereses partidistas y personales.

Tomarán mucho Omeprazol. Es la única forma de soportar la bilis que producen sus propias decisiones.


Al resto de la ciudadanía nos queda gritar y sufrir su incompetencia, y por supuesto, combatir.






Carta publicada en El Correo 3/07/2022
Y en El País 4/07/2022

martes, 8 de marzo de 2022

Mujeres de cuidado


Este 8M se lo dedico a madres y abuelas.




Mujeres que sufrieron una guerra, una posguerra, una dictadura. El sistema patriarcal más bruto.


Eran “amas de casa” pero no eran dueñas de nada. 

Ni siquiera de su tiempo porque lo destinaban al cuidado de su entorno. Quitarse de ellas. Entregarlo todo. Sin remuneración. 

Sin reconocimiento porque era lo esperado. Sacrificio y sumisión bajo el prisma católico. 


Fueron golpeadas, ultrajadas y asesinadas porque el cuerpo de las mujeres siempre es una territorio de invasión y conquista.

En la guerra y en la paz.




Y aún así han seguido cuidando de la vida con coraje, sacando pecho, amamantando un futuro mejor para olvidar su árido presente. No tuvieron tiempo de buscar la felicidad; si se les cruzó en el camino, afortunadas, si no a seguir peleando con su destino. Mujeres bandera. Mujeres de cuidado.


Fue una generación de hierro que nos crió para que no fuésemos una generación de cristal. No las defraudemos.



*Carta publicada en El Correo y en el Deia en la sección “Cartas al Director”. 

Algún día conseguiremos que sea “Cartas a la Dirección”.

domingo, 24 de octubre de 2021


ORGULLO Y PREJUICIO 


Siento orgullo por las personas trabajadoras que cuidan, que educan, que curan. Por aquellas que son capaces de apartar sus problemas vitales cuando entran al hospital, al aula, a la residencia.

Hay que tener mucho valor y coraje para enfrentarse al actual y progresivo deterioro del sistema asistencial, educativo y sanitario. Y eso, solo se consigue con vocación; con tripas y corazón formados para empatizar con las personas desprotegidas por edad o salud.




Siento prejuicio por la clase política dirigente que no ha organizado ni dirigido el mapa educativo, formativo y curricular de esta sociedad. Sus políticas están matando la parte vocacional y humana de las profesiones. Recortes, privatizaciones y empleos precarios queman y descuartizan voluntades profesionales.


Si ustedes señores dirigentes no empatizan con las necesidades de la ciudadanía y no tienen vocación de servicio público volcado a mejorar la sociedad, no jodan. 


En política cabe todo. Lo vemos y sufrimos constantemente. 

Pero no debiera ser así.



*Publicada el 24/10/21 en El Correo, en su sección Cartas al director algún día a la Dirección.

martes, 5 de octubre de 2021

 Y vio Dios que la luz era buena.


Así comienza el libro bíblico del Génesis, y es indudable que desde aquellos remotos tiempos la luz ha sido un elemento sinónimo de vida, de don concebido por la gracia divina.
Dar a luz, alumbrar, son verbos otorgados a las mujeres desde que el mundo es mundo para parir nuevas criaturas y mantener la especie.
Un ser de luz es, en lenguaje popular,una buena persona, pero si tiene pocas luces no se le augura un futuro prometedor ni mucho menos “brillante”.
Edad Media, la época de luces y sombras.
Siglo XVIII, el siglo de las luces, de la Ilustración.

Estos simples ejemplos, sólo vienen a confirmar que ya en nuestra cultura judeo-cristiana, se sea creyente o no, la luz es un símbolo que ha marcado nuestra civilización.
Por tanto, no es de extrañar que nuestro sistema socioeconómico, siempre a la búsqueda del negocio, haya puesto el foco en la generación, control y gestión de esta necesidad básica.
Porque nos guste o no, las personas vivimos necesitadas de luz. 

Y no lo digo solo en clave intelectual por el bombardeo mediático que sufrimos, lo digo porque sencillamente nuestra vida actual sin luz no funciona.

¿Se imaginan en pleno confinamiento sin luz? Sin conexión a internet, sin alumbrado en las calles, edificios, fábricas, supermercados, obradores, hospitales etc. Un caos.

Ya nada funciona sin luz. Y lo saben.

 Nos han traído hasta un mundo donde es impensable vivir sin ella y desde luego tampoco queremos volver a las tinieblas. Y también lo saben. 

Han creado una necesidad, una dependencia y un gran negocio que funciona con las coordenadas del libre mercado, generando una de las mayores brechas de desigualdad social: la pobreza energética.
Claro ejemplo de ello es la Cañada Real de Madrid, donde 4500 personas, entre ellas 1800 menores, han sufrido y sufren oleadas de frío y condiciones inhumanas a causa de la carencia de esta.
La ONU ha criticado al gobierno español por la irresponsabilidad ejercida contra la infancia en este caso.

Pero aún hay otro golpe de tuerca más. La luz ha alcanzado en España máximos históricos y sigue desenfrenada. Y la inflación está por llegar.


De momento el precio de la vivienda no baja, la cesta de la compra ha subido y los carburantes siguen con su tendencia al alza.

¿Y los salarios? Los salarios no crecen en la misma proporción. Y el gobierno debate la subida del salario mínimo interprofesional para alcanzar la “astronómica” cifra de 1000 euros. 
El rabo del perejil frente a las sustánciales ganancias obtenidas por las multinacionales energéticas.

Las fauces capitalistas quieren dar otro bocado a la clase trabajadora aprovechando este momento de noqueo pandémico, y lo hacen en otra necesidad básica, la luz.
De seguir este camino, a la ciudadanía le espera un futuro apocalípticamente negro. 
Por seguir con alusiones bíblicas.

La clase trabajadora solo puede responder con lucha, con reivindicación y resistencia organizadas. Reaccionar frente a la avaricia despótica del sistema es poner la proa hacia la luz y en esa tarea hay una responsabilidad individual y colectiva. Se llama militancia. Se llama sindicato.


*Texto publicado por ALDA en su número 16 de septiembre/ octubre.  https://www.ela.eus/alda/artxiboa/alda016/at_download/file

 


domingo, 27 de junio de 2021

                                   LIBERTAD A LA VIDA 

 

Por fin la eutanasia, el derecho a morir dignamente, es posible en nuestra sociedad.

Siempre he pensado que cuando clínica y científicamente no hay solución, deshumanizábamos a las personas al intentar alargar artificialmente su vida.

El paso vida-muerte es complejo, pero a la vez es un hecho que todas las personas vamos a experimentar y estoy convencida de que nadie quiere alargar el dolor y el sufrimiento, cuando no se lo deseamos ni a nuestras mascotas.

La entrada en vigor de la eutanasia es propio de una sociedad madura que se enfrenta a uno de los mayores miedos del ser humano: la muerte.

Y es precisamente en esa fragilidad individual cuando de forma colectiva debemos de dar respuesta al valor y sentido de nuestra existencia, evitando que la muerte sea opaca y clandestina.

La eutanasia no va a provocar más muertes.

Solo va a dar libertad a la vida. 





* Texto publicado en Deia el 26/06/2021 en su sección Cartas al Director, algún día a la Dirección.




sábado, 24 de abril de 2021

 

LA DIFICULTAD DE LO FÁCIL

 

Este año en Bizkaia la declaración de la renta se ha convertido en un acto de fe o de desesperación.

Quienes han decidido implantar este sistema han dado por hecho cosas que no son reales. La primera que todo el mundo tiene en su casa un ordenador, una impresora y un escáner, además de una buena conexión con Internet. La segunda que el manejo generalizado con la tecnología es habitual.

Partiendo de que ambas premisas son falsas, lo tercero es que si consigues entrar en el sistema, previa identificación digital, ver simplemente o hacer cualquier modificación en la declaración es complicado o una auténtica aventura con ataque de nervios incluido.

Así que la ciudadanía opta por pagar lo que dicen o por pagar a una asesoría. La cosa es pagar.

Entiendo que hay que avanzar tecnológicamente, pero también entiendo que hay que prestar servicios a la ciudadanía para conseguir su bienestar, no para hacerla más dependiente del sistema.

Las próximas elecciones políticas espero que sean con este sistema tan fácil, seguro que para obtener al menos los votos, corren a poner ayuda presencial, la misma que ahora brilla por su ausencia.

 

*Publicada en El Correo el 24/04/2021 en su sección Cartas al Director, algún día a la Dirección.

sábado, 6 de marzo de 2021

 

LA VOZ SOSTENIDA



Cuarenta y cinco mujeres asesinadas en el 2020.

Cuatro en lo que va de año. Seguimos teniendo unas cifras "oficiales" escandalosas en violencia machista.

Ni a gobiernos conservadores ni a gobiernos progresistas, les eriza la piel estos números. La violencia machista no está en sus agendas como una ineludible prioridad a erradicar.

Gestos y campañas en fechas señaladas. Imágenes y discursos; pero no hay política económico-social vertebrada para exterminar esta violencia. 

Y si persiste, vivimos en una sociedad enferma.

Una sociedad que sigue imponiendo la fuerza bruta, por encima de la razón y de la convivencia.

No se puede hablar de democracia cuando las circunstancias económicas y sociales convierten a las mujeres en ciudadanas de segunda.

No se puede hablar de democracia si a mujeres con distinto color de piel, distinta cultura, distinta capacidad y pobres, se las determina a ser las parias o lo que es peor, a ser las prostitutas del sistema.

Por eso gritamos. Por eso nos matan.

Se ahogan voces, pero se encienden iras. Nos llaman locas, histéricas, violentas, pero hasta Dios expresó su ira y le siguen rezando; así que no piensen que aunque falten voces, podrán callarnos.




*Publicada en El Correo en su sección “Cartas al director”  algún día  a la Dirección 6/03/2021