martes, 8 de marzo de 2016


EL SONIDO DE LA VIOLENCIA

Un 8 de marzo de 1908 más de cien mujeres murieron calcinadas en una fábrica textil de New York. Los dueños y encargados de la empresa cerraron las puertas de acceso para evitar que las mujeres protestasen en la calle por sus condiciones de trabajo. Pedían jornadas de 10 horas, igualar sus salarios al de los hombres, tener un tiempo para dar de amamantar a sus hijos e hijas, y condiciones higiénicas en sus puestos de trabajo.

¿Se imaginan ustedes los gritos de angustia, desesperación y dolor de esas mujeres atrapadas y devoradas por las llamas?

Esos gritos tuvieron que traspasar todos los muros y tímpanos, pero la realidad fue sorda, impasible y cruel.

La madrugada del 25 de Enero en Gasteiz, se escucharon gritos, golpes que rompieron el silencio de la noche y sacaron a la vecindad de la cama. Cristales rotos y un impacto seco contra el asfalto de la calle visualizaba el sonido de la tragedia. Era Alicia, una bebe de apenas 17 meses.

En los últimos 12 años más de 1400 mujeres han sido asesinadas. A este número brutal hay que unir 27 más: Son los hijos e hijas entre uno y nueve años que recibieron el zarpazo de la crueldad y hoy están sepultados bajo la pesada losa de esta violencia.

¿Gritaban esas mujeres? ¿Gritaban esos menores?
 ¿Ustedes qué creen?

A la violencia que ejerce este sistema patriarcal, no se la combate con minutos de silencio. No.

Una sociedad no puede permanecer impertérrita contra el sonido de la violencia, no puede ser ciega y sorda ante esta masacre, porque estará terriblemente enferma desde sus raíces.

Los gobiernos no pueden dejarse arrastrar por la pusilanimidad ambiental y mediática porque de lo contrario estarán dando aliento a los asesinos y cobertura a la continuidad sistemática de esta violencia.

No permitamos más gritos sepultados y actuemos con la contundencia de seres que nos decimos humanos.


 

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